sábado, 25 de julio de 2015

LA ORDEN SATÁNICA SKULL AND BONES CULTO A LA CALAVERA I.

Los señores de la orden del  Skull and Bones, con el supuesto cráneo de Jerónimo presidiendo el cotarro.

LA ORDEN SATÁNICA SKULL AND BONES CULTO A LA CALAVERA I.

Al cráneo  humano y animal se han adjudicado fuertes connotaciones religiosas y simbólicas en numerosas culturas, amén de sus resonancias esotéricas en el ámbito del ocultismo y las sectas y sociedades secretas . El emblema de la calavera y los huesos se vincula también con ciertos ritos de iniciación, donde adopta la significación general de purificación y de renacimiento, relacionándose el cráneo con la inmortalidad, al creérsele primitivamente residencia de la vitalidad y del alma humana.


Parecen hallarse  en todo el mundo, aquí y allá, vestigios de un culto casi universal a la calavera. Hay indicios especialmente relevantes en Oriente, en India y Tibet. Pero la veneración del cráneo  también se dio entre los celtas o en los pueblos amerindios, sobre todo entre los mexicas: conocidos también como aztecas, los mexicas mantenían como parte de sus creencias al culto de dos dioses, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, “señor ” y “señora” de la oscuridad y la muerte.Tambien se puede rastrear este culto, “en el Africa que rodea a Egipto, donde también se conservaba el cráneo, particularmente en el caso de jefes y curanderos,cuya sabiduría y poderes divinos se creía que residían en la cabeza” . En el Egipto más antiguo la cabeza del muerto se cubría con estuco y la cara se modelaba cuidadosamente. 

Relicario con la supuesta calavera de María Magdalena

No sólo se rindió este culto al cráneo humano desde tiempo inmemorial, sino que algunos expertos creen que en algunas culturas primitivas el cerebro pudo haber sido comido sacramentalmente .  Estas prácticas son, como decimos, muy antiguas. En Jericó, ya en el Neolítico,  existió culto a la calavera humana, desde el 7000 a.C., culto que debió consistir en conservar las calaveras como reliquias de los muertos, en la extendida creencia de que la cabeza es un objeto numinoso,  residencia del poder espiritual.  La veneración del cráneo humano comienza probablemente en una época tan temprana como el Paleolítico Superior, donde la práctica de preservar y honrar el cráneo apartándolo del resto del esqueleto (recordemos que sagrado y segregado comparten una acepción simbólica) parece haber sido una costumbre habitual, bajo diferentes formas, a lo largo de la prehistoria.  Aunque algunos eruditos creen ver en esos cráneos un indicio del canibalismo del hombre prehistórico, la mayor parte de los expertos en la materia convienen en que los cráneos fueron limpiados y tratados con reverencia destinándolos al culto en un momento posterior al de la  muerte de sus propietarios.

Se sabe también que los hombres del Paleolítico prestaron especial atención a los cráneos de animales, lo cual parece haberse vinculado a algún tipo de magia cazadora.  El uso de enterrar cráneos de animales (perros, caballos, osos) junto a los restos humanos es también muy antiguo y parece haber estado cargado de simbolismo.


En lugares tan remotos como  las cuevas de la Colina del Hueso del Dragón de Chukutien, en China, aparecen vestigios del culto del cráneo; hay indicios de que se extraía el cerebro de las calaveras quizá para ser consumido sacramentalmente antes de disponer los cráneos para su conservación como trofeos. Este canibalismo ritual también se practicaba en una gruta del Monte Circeo, en las marismas tirrenas de Italia, donde apareció un cráneo neanderthalense del que se había extraído el cerebro y que luego había sido colocado dentro de un círculo de piedra rodeado de huesos de animales.

Las razones que llevaban al hombre prehistórico a realizar trepanaciones, ya fueren pre o post-mortem, sigue siendo un misterio. En lo que se refiere a las trepanaciones post-mortem, se ha apuntado una razón práctica, relacionada con el propósito de colgar el cráneo, como se obseva en los Dayak de Borneo, que practican un culto a la calavera. Asímismo se ha considerado que la calavera pudiera servir de cuenco o vaso de uso ritual: “beber del cráneo de un enemigo es la voluptuosidad suprema del bárbaro”, afirma Broca, en un fragmento de Tito Livio (Libro XIII, capítulo XXIV)

La aparición de cráneos usados como copas  en Placard, Charente, en la gruta del Trou en Montardit y Kaprina, cerca de Zagreb en Croacia, sugiere que en el Paleolítico superior los cráneos eran usados en un sentido sacramental. La cabeza era considerada un centro de la sustancia anímica y por ello el cráneo pasó a ser una fuente importante de poder espiritual, del mismo modo que la sangre era considerada un vehículo de la vida; ambos elementos servían para establecer un vínculo de unión o sacramentum, cuando eran consumidos juntos ritualmente para fomentar y conservar la vida. Es curioso que estos mismos elementos simbólicos, cráneo y sangre, unidos en un sólo soporte formal, volvamos a encontrarlos siglos más tarde en algunos de los mitos griálicos, al menos en su vertiente más cruda y nuclear, tal y como recogen los mabinogi, especialmente en el Peredur, hijo de Ewrac.

Nicholas Roërich vio así la vertiente más mística del culto del cráneo

Es curioso constatar, como vemos, que el culto del cráneo se encuentra en todos los rincones del mundo. Fue adorado y reverenciado y aún se guarda en relicarios y venera en muchas culturas y formas religiosas, cristianismo incluido.  Esta fascinación por el cráneo era especialmente relevante entre los antiguos pueblos mejicanos, desde la época de los ya mencionados mexicas. En estas culturas, el motivo del cráneo aparece en una asombrosa variedad de formas.  También entre los mochicas las numerosas representaciones de demonios con las características cabezas trofeos, así como otras figuraciones de cabezas, parecen indicar que el culto de la calavera, en su vertiente de la cabeza cortada,  revestía cierta importancia.

Las enigmáticas calaveras de cristal forman parte de este extendido culto alrededor del cráneo humano como símbolo de poder y renacimiento

Por ejemplo, el centro del llamado Calendario Azteca presenta un rostro con cara de una calavera del dios azteca Xolotl; el cráneo era un elemento importante en la labor temática de oro de los mixtecos.  La historia y el folclore mejicanos están indisolublemente ligados a la efigie de la cabeza del muerto: “Comienza con una calavera de Janitzio, en Pátzcuaro, Michoacán, la cual está hecha en tule; prosigue con las típicas de Celaya, Guanajuato, elaboradas en cartón con base de madera. Asimismo, están las calaveras y diablitos de Ocumicho, Michoacán.

Popularmente, en México, el cráneo es constantemente utilizado como un elemento de cerámica, relieves y esculturas.  Recordemos las “calaveritas” de azúcar o papel maché que constituyen, desde hace mucho tiempo, parte del folclore urbano vinculado al día de tosantos: “el cráneo es utilizado con frecuencia como elemento decorativo en la  relieves, esculturas, cerámica y otras manifestaciones artísticas populares: Se utiliza en los arcos y la pompa, la artesanía, la fabricación de juguetes, incluso en la repostería: recuerden las célebres calaveras de azúcar que constituyen una de las señas de identidad más emblemáticas de los festejos del Día de los Muertos”  Todo esto nos sugiere que hubo un culto muy fuerte a la muerte entre los antiguos mexicanos, por no mencionar a los mayas y otras culturas más antiguas, tarascos o totonacos,  que también fueron devotos de la figura de la muerte.

Las calaveras, entre los dulces típicos mejicanos, todo un clásico del Día de los Muertos

En la actualidad aún persisten por doquier vestigios de ese ancestral culto al cráneo, especialmente en el seno de ciertas tradiciones religiosas más o menos arraigadas, incluida la religión católica, con su sobresaliente culto a las reliquias, entre las que se cuentan numerosas cabezas, como la del Bautista . Bástenos por el momento  como ejemplo citar el culto a los cráneos de san José, que constituye una tradición que viene desde hace más de un siglo. En  algunos pueblos, hay formas cultuales  en torno al cráneo sumamente curiosos. Está el caso de las llamadas “ñatitas” o  “aimaritas”, que son cráneos  de difuntos recogidos en las fosas derruidas o de personajes que, en vida, se caracterizaron por un comportamiento que contradecía las normas o convenciones sociales: “estos son mimados en el seno de la familia pues son consideradas protectores. En la ceremonia que llevan a cabo los aymaras, en Bolivia,  las calaveras van de casa en casa, al unísono del tañido de las campanas de la iglesia que repican cada cierto tiempo.

Vestigios del ancestral culto de la calavera en la fiesta tradicional de las ñatitas

En el cortejo procesional van rezando letanías de repertorio católico antiguo apropiado para las ánimas o difuntos “ La fiesta  dicen nuestras fuentes se remonta a las tradiciones de pueblos precolombinos, que solí­an desenterrar a sus muertos para honrarlos una vez al año, Los creyentes llevaban los cráneos en actitud de agradecimiento por los favores recibidos. Otros, en cambio, intentpretaron deshacerse de ellas pues experimentaron un efecto contrario, es decir, su presencia en casa ocasionaba desgracias familiares”  En este último pasaje encontramos ecos de la asociación de la calavera con la actividad espectral o sobrenatural, típica de los relatos decimonónicos de fantasmas. Un ejemplar fantástico es el célebre caso del cráneo  gritón de Yorick.  En diversas formas folclóricas y literarias, el cráneo, además de constituirse en emblema de  mortalidad y  vanidad memento mori siempre ha estado ligado a la presencia sutil o espiritual de los habitantes del más allá.

El origen de ese culto de las calaveras mantiene vínculos interesantes no ya con en la cultura Maya, sino también con la egipcia, la azteca o la vikinga. Se dice que los vikingos “después de los combates que libraban le cortaban la cabeza a los vencidos y en los cuencos de sus cráneos brindaban por el triunfo: ” Todavía hoy, cuando brindan los escandinavos exclaman skål! (del vocablo skalle, skol, calavera, en inglés skull, cráneo) que significa salud y lo realizan estrechando sus copas”, pero el término también tiene la acepción de taza o copa ,  fuente, escudilla significados que de nuevo nos traen a la memoria el graal, o grasale, palabra que en la edad media describía originalmente una fuente o plato hondo.

El uso en diversas culturas del cráneo del enemigo derrotado como copa para escanciar la bebida del vencedor ha sido recogido por numerosos autores a lo largo de la historia, siendo especialmente destacables las menciones sobre los pueblos nómadas de las estepas de Eurasia. Conocido como kapala en el ámbito del tantrismo y diferentes cultos budistas, el cuenco de calavera se representa a menudo en las manos de los dioses del hinduismo; la identidad del propietario del cráneo, sin embargo, no se considera de especial significación (un matiz distinto al que ofrece el culto de la calavera en tanto reliquia en el cristianismo, por ejemplo). Muchos de estos kapalas ricamente decorados y trabajados con increíble detalle han sobrevivido hasta nuestros días, la mayor parte en el Tibet. Los escitas, según Heródoto (484-425 antes de Cristo) y luego Estrabón (s.I después de Cristo) también mantendrían esta curiosa costumbre ritual de beber en los cráneos de sus enemigos.

Los kapalas, cuencos elaborados a partir de cráneos humanos, a menudo ricamente decorados, forman parte de los objetos de culto del tantrismo


Con relación a este simbolismo se cuenta en diversas tradiciones célticas que a menudo una cabeza cercenada en una batalla se llevaba a la fiesta del vencedor donde comida y bebida le eran ofrecidas. A cambio de esta ofrenda ritual, la cabeza podía hablar o cantar. En otras ocasiones las cabezas no podían esperar tanto, y hablaban en el mismo campo de batalla, o incluso hacían algún vaticinio. Este aspecto oracular de la cabeza cortada es sumamente interesante y complejo, pero no sabríamos establecer con exactitud los vínculos simbólicos que mantiene con el culto del cráneo, con el que sin duda está emparentado, hasta el punto de parecer ambos vestigios de una tradición mucho más antigua y de simbolismo más oscuro y complejo, sobre el que divagaremos quizá en futuras entradas.

Juan Eduardo Cirlot, en su diccionario de Símbolos, señaló los parecidos entre el Grial y el cuenco de calavera tántrico

En muchos relatos galeses así como en otras culturas y religiones mistéricas Orfeo, el baphomet templario la cabeza cortada aparece íntimamente ligada al oráculo o don de la profecía. Por ejemplo, en un cuento de los mabinogi, la historia llamada de Branwen, hija de Llyr , Bran el Bendito es herido mortalmente en combate por una lanza envenenada que mantiene ecos de la lanza de Peleo y antes de que la ponzoña alcance su cabeza exige a sus seguidores que se la corten y se la lleven. Durante años la cabeza asegura la prosperidad y la fertilidad de la tierra propiedades que también se atribuyen tradicionalmente al Graal y la paz brilla en el reino, bajo la “hospitalidad de la noble cabeza” . Desafortunadamente, uno de los hombres de Bran rompe el juramento y la cabeza ha de ser enterrada. Se dice que la misteriosa cabeza estaría en algún lugar de la White Mountain en Londres, encarada hacia Francia. En la versión galesa de esta leyenda, la cabeza cortada aparece a menudo ligada a la búsqueda del Santo Grial; así figura en el relato de Peredur identificado en otras fuentes como Perceval, o Parsifal que es sorprendido en un extraño ritual celebrado en un castillo donde un paje lleva, durante el curso de un banquete, una cabeza ensangrentada en una bandeja graal , precedida por un cortejo de vírgenes portadoras de una lanza sangrante. Lo que la cabeza representa no queda claro, aunque son muchos los que piensan que la propia cabeza es una representación del Santo Grial, lo que quiera que éste último simbolizase.

La asociación entre la cabeza cortada y el graal en un dibujo de Odilon Redon

En torno a este pasaje del Peredur ha habido de todo. Dicen algunos de los más osados sobre este episodio ” ¿Aludía esto a la cabeza del Bautista, a los extraños poderes de encantamiento que se le atribuían y que se transferían a quien la poseyese? Una vez más, la incredulidad moderna es mala intérprete; lo que importa es que se creyese que la cabeza de Juan además de sagrada era mágica en algún sentido. También los celtas tienen una tradición de cabezas embrujadas, pero la referencia más pertinente puede ser la cabeza que tenía el templo de Osiris en Abydos, a la que se atribuían dones proféticos. En otro mito relativo a otro de los dioses que mueren y resucitan, la cabeza de Orfeo fue llevada por la resaca a las costas de Lesbos, donde se puso a predecir el futuro.” 

Culto céltico de la cabeza cortada. Abajo, cabezas talladas en el santuario de Entremont


Aunque se cita con frecuencia a los celtas en relación con el asunto de las cabezas cortadas, es poco probable que existiera de hecho en esta cultura un auténtico culto del cráneo, como tal, o un culto de la cabeza cortada. Lo más seguro es que ésta fuese un objeto votivo más, pero no el núcleo central de un culto perfectamente articulado : “una cabeza cortada, real o esculpida, no puede ser el líder de un culto, a menos que la cabeza pudiese hablar” y es aquí donde parece estar el punto más nebuloso del misterio, pueto que, como ya hemos visto, existen numerosas menciones, no solo en la cultura céltica, del poder profético y oracular de la cabeza cortada. El hecho es que los celtas fueron reputados “cazadores de cabezas”, aunque no sabemos en qué sentido estos términos pueden describir el grado de veneración con que supuestamente honraban las cabezas decapitadas de sus enemigos.

Sin embargo, para otros autores,  como Paul Jacobsthal, “entre los guerreros celtas la cabeza humana era venerada por encima de todo, en cuanto pensaban que aquella era la sede del alma, centro de las emociones y de la vida misma, y un símbolo de la divinidad y de los poderes del más allá” . Usualmente, entre los argumentos en favor de la tesis de un culto céltico de la cabeza cortada figuran las asombrosas representaciones escultóricas del yacimiento de La Téne, así como los vestigios de la mitología céltica, que incluyen como hemos anotado anteriormente numerosos relatos sobre cabezas decapitadas de héroes y sobre santos que llevan bajo el brazo sus propios cráneos, como Saint Denis.

Cabezas reducidas de los jíbaros

Al parecer los celtas creían que se podía controlar la vida de ultratumba de un individuo conservando su cabeza. No faltan las referencias sobre el tema en los autores clásicos; Diodoro de Sicilia (V, 29,5) refiere que los galos «cortan la cabeza a los enemigos caídos y la sujetan al cuello de sus caballos  Silio Itálico (Púnicas XIII , 481/2 ) dice que los galos consagraban en los templos la cabeza cortada del jefe enemigo Estrabon (IV, 5) habla de este rito utilizado por los druidas”  Existen indicios arqueológicos que parecen apuntar, según algunos, en este sentido. Se han descubierto cabezas clavadas sobre puertas y portones (recordamos haber visto algo que recuerda una costumbre similar;  sobre el dintel de una puerta en un poblado nubio figuraba la cabeza disecada de un cocodrilo; al parecer servía para “proteger” la casa y sus habitantes de influencias errantes y malos espíritus). Los guerreros celtas podrían haber pensado que los espíritus de los guerreros vencidos protegerían con su fuerza el hogar y la familia.  Esta misma influencia benévola podría aplicarse a las cosechas, por lo que las cabezas servían de ofrenda en los momentos de bonanza.  El rito de las calabazas de Halloween parece tener su origen en una práctica similar.

La idea de un culto de la cabeza cortada entre los celtas comienza a prosperar con la aparición de dos famosos templos descubiertos en el sur de Galia,  Roquepertuse y Entremont . Denro de este último se hallaron veinte cráneos en la zona del santuario, que podrían haber constituido ofrendas votivas de algún tipo.  Estos cráneos decorados se cree que fueron usados por los druidas para sus libaciones rituales, lo que los emparenta claramente con el cuenco de calavera tántrico o kapala y, paralelamente, con algunos aspectos simbólicos del Santo Grial.

De todo lo anterior se infiere que la cabeza  entre los antiguos celtas, lo mismo que en otras muchas culturas, era considerada un objeto de poder, que podía traer buena suerte, prosperidad y fuerza a una casa, o subrayar  la dimensión numinosa de un santuario. Una última razón para la veneración de la cabeza cortada pudo ser su asociación con la adivinación vínculo también testimoniado en otros pueblos, sugerida en parte por todos los relatos galeses sobre cabezas parlantes.


Los celtas, no obstante, no fueron los únicos entre los antiguos que adquieron fama como cazadores de cabezas. Por ejemplo, el culto del cráneo trofeo vinculado con hábitos guerreros estaba muy extendido también en los pueblos amerindios, especialmente en el norte de de Chile : ” En la quebrada de Humahuaca se registra su práctica con prisioneros españoles  con tradiciones muy diferentes, acostumbrabas a cortar la cabeza a sus enemigos y suspenderlas en picas ” Lo mismo puede afirmarse respecto a la costumbre de beber en el cráneo de los enemigos vencidos, uno de los aspectos más reveladores del culto de la calavera,  como veremos quizá  en otra ocasión.  Lo que sí fue exclusivo de los celtas el grado de veneración que dieron a la cabeza, que los llevó a incorporar su imagen a la escultura y otras representaciones, formando parte indisoluble de su arte y sus costumbres. Muchos piensan que las pruebas arqueológicas halladas sugieren que existió realmente un culto de la cabeza cortada entre los antiguos celtas que parece proceder directamente de la Edad del Bronce en Europa, donde aquélla representaba un símbolo solar. El concepto de la cabeza como imagen del conjunto o la totalidad de un individuo juega también un papel fundamental en el culto de los ancestros, y aquí entronca directamente con el simbolismo del cráneo.

Posiblemente, estos indicios de la reverencia hacia la cabeza cortada y sus epifenómenos no sean sino vestigios fragmentarios de un antiquísimo culto del cráneo, ligado al culto de los antepasados y la veneración del cráneo del enemigo, según la leyenda de Bran un culto del que encontramos aquí y allá ecos inconfudibles, com el caso de la cabeza de la Gorgona, un culto procedente del “más viejo fondo de las religiones indo-europeas,  transformado por el mundo helénico a partir de una serie de tradiciones de las que “el mito de la cabeza de Medusa parece ser el último avatar”. 





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